EL GLAMOUR, de Christopher Priest

[Crítica publicada en Gigamesh, nº 24., marzo de 2000. Libro editado por Minotauro.]
 
(c) 2000 by J.C. Planells
 
 

Hacía muchos años que no se ofrecía al lector español ninguna nueva obra de Christopher Priest, un autor británico que hacia mediados de los ochenta vio publicadas varias de sus obras en castellano en diversas colecciones. Autor irregular, lo mismo cuenta con novelas excelentes, como El mundo invertido o Sueño programado, que peñazos como La afirmación (1). Tras un largo olvido, reaparece por fin con una de sus obras mejor reputadas, El glamour, publicada originalmente en 1984, y que muy acertadamente estaba incluida en la selección de cien novelas de narrativa fantástica detalladas en el libro que David Pringle editara en 1988.
El glamour es una historia cuyos acontecimientos se narran varias veces mediante diversas voces y con enfoques totalmente diferentes. Su tema, en principio, es la invisibilidad, pero no una invisibilidad con base científica (a lo Wells o Verne, para entendernos), sino una invisibilidad que yo denominaría racional, a falta de otro término mejor. Priest nos propone una invisibilidad perfectamente lógica y racional: la del ojo que no quiere ver, que no acepta lo que ve y por lo tanto lo borra de su visión; la invisiblidad de la persona que se hace invisible a quienes lo rodean porque, sencillamente, se niegan a verlo, a aceptarlo, y por tanto pasa inadvertido a la mirada de los demás humanos, no forma parte del entorno natural y establecido.
Irónicamente –o quizá no tanto–, Grey, el protagonista, es un cámara de televisión y documentales, alguien que filma lo que ve. Primera propuesta inteligente: quienes filman suelen pasar inadvertidos en el desarrollo de su tarea. Segunda propuesta inteligente: aquellos cuya personalidad nos molesta o no entran en la norma, suelen ser ignorados/no percibidos por nuestro ojo: los borramos de nuestra visión. Tercera propuesta inteligente: algunas personas insatisfechas consigo mismas de manera inconsciente pueden llegar a proyectar una personalidad exterior radicalmente opuesta a la suya interior, una especie de desdoblamiento de personalidad voluntariamente no reconocido ni admitido.
Son algunas de las propuestas que ofrece Priest en su historia; el lector puede encontrar por su parte todas las que le parezcan, pues esta es una novela abierta a cuantas explicaciones/especulaciones se deseen. Jugando con una relación a tres bandas –que podrían ser sólo dos–, en El glamour, y rizando el rizo, las cosas no sólo no son lo que parecen, sino que parecen lo que no son: Priest las invierte, las desdobla, las anula, cambia los sentidos continuamente, y las remata en su final –todo lo discutible que se quiera– hasta que el lector llega al convencimiento de que lo de menos es la historia entre Gray, Susan y Niall, sino llegar a la comprensión de la falsedad de algunas apariencias, del autoengaño, del descontento con la propia personalidad y la absurda existencia de un pasar inadvertido. Todo ello tramado de una forma muy sutil, que obliga a una lectura muy cuidadosa y a una continua reinterpretación de lo narrado, que aumenta al término de la lectura. No importan tanto los golpes de efecto –el acto sexual a tres bandas, la irrupción en la casa donde un grupo ve la televisión– como los efectos no percibidos: así, el párrafo primero de la página 125, que puede parecer una errata o un error de traducción, y que al final de la obra cobra todo su significado –y ejemplos como este hay varios en la novela–. Se diría que si los personajes de El glamour se niegan a ver, el lector, a su vez, se niega a leer lo que se le ofrece: el ojo no registra lo que está allí.
El glamour es una obra que exige continua participación del lector, a través de una narrativa aparentemente sencilla y clara, pero que en realidad le da motivos para ejercer su imaginación, con sus inesperados giros y bifurcaciones, pese a lo aparentamente elemental de su trama: una relación entre tres personajes. ¿Quizá un pelín tramposa? En todo caso, esas trampas van dirigidas a la inteligencia del lector, lo cual no es algo que se pueda decir de muchas novelas hoy día.

(1) Nota de 2009: Me apresuro a decir que esta opinión, que mantuve durante muchos años tras leer La afirmación, cambió radicalmente en una segunda lectura efectuada precisamente algún tiempo después de haber leído El glamour. En efecto: habiéndome gustado todas las anteriores novelas editadas en castellano de este autor, por motivos que no sé decir La afirmación se me atragantó terriblemente. Como hasta El glamour no había vuelto a leer nada suyo, y entusiasmado por esta novela, decidí darle una segunda oportunidad a La afirmación. Mi opinión cambió radicalmente, y considero que de "peñazo" no tiene nada, sino que es otra de sus mejores novelas. ¡Todos nos equivocamos!
 

Acerca de jcplanells3

Escritor. Barcelona, 1950. Véase en el epígrafe "bibliografía" de este blogzine la relación de mis trabajos publicados en papel: novelas, relatos y otros textos, así como en algunos sites de internet. Véase en el epígrafe "índices" del blog lo publicado en este blog, en los apartados de "artículos y ensayos" y "narrativa", desde diciembre de 2005.
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