AUTORES OLVIDADOS (63). JORGE LLOPIS ESTABLIER. Obras de humor

 

(c) 2010 by J.C. Planells
 
Hubo una época en España en que la literatura de humor gozaba de una salud estupenda. Curiosamente, esa época era la segunda mitad de los años cuarenta y la década de 1950, años de grisura, penuria, escaseces, mordaza política, represión, silencio y miedo. Desde luego, a esa profusión de la literatura de humor no fue ajeno (más bien al contrario) el fenómeno de la revista La Codorniz, verdadera escuela de humoristas, refugio de excéntricos y mosaico de originalidades y desafíos varios. No es este el momento ni el lugar de hablar de lo que significó esta publicación en España, casi mítica hoy día, como tampoco soy yo la persona más indicada para hacerlo (más bien, la menos indicada). Hay abundante y estupenda bibliografía sobre ella, su importancia, sus colaboradores, e incluso recopilaciones varias de trabajos aparecidos en la revista y ediciones facsímiles en volúmenes encuardernados.
Lo que me interesa ahora es que esa época de oscuridad de tantas cosas fue iluminada (sin duda ingenuamente en la mayoría de los casos) por una literatura de humor muy abundante. A ella no debería ser ajeno el mundo de tebeo (las publicaciones de Bruguera, el clásico TBO, La Risa editada por Marco Ediciones y que yo idolatraba, dicho sea de paso), aunque los académicos frunzan el ceño ante semejante idea (pero, ¿qué tebeos o publicaciones existen hoy que suplan a TBO, Pulgarcito, La Risa, DDT, Tiovivo, Jaimito… En fin, dejemos el tema). Pero, además de esas publicaciones destinadas a un público infantil (y que pocos mayores dejaban de leer…), hubo como digo abundante literatura de humor, mucha de ella escrita por autores españoles, y también traducida de autores italianos, ingleses o franceses, entre otros. Llegaron a haber diversas colecciones especializadas, algunas por editoriales tan serias y sesudas como Taurus, que ofreció una colección excelente (Neville, Mihura, Rafael Azcona, Tono…), que recogía el testigo de manos de la colección Al monigote de papel, editada por José Janes en la primera mitad de los años cuarenta; entre otras que hubo por aquella época y años posteriores estuvieron Ediciones G.P. (reeditando bastante de Al monigote de papel) y también Bruguera. Todo esto, naturalmente, dio lugar a una escuela de autores que recogían el testigo de la llamada «Otra del 27» (Jardiel, Mihura, Tono, Neville…), la creadora del moderno humor (por ruptura con el modelo antiguo representado básicamente por las comedias y astracanadas de finales del XIX y primeras décadas del siglo XX), y que quedó más bien maltrecha tras la guerra civil, aunque muchos de ellos continuaran su trabajo, si bien de manera distinta a la anterior etapa… y con mucha menos libertad.
Esos discípulos confesos de los maestros del 27 nunca han superado a sus modelos, porque, evidentemente, Jardiel, Mihura y Neville (los tres mejores) son insuperables; más bien se decantaron por el modelo Tono (Antonio Lara), que yo considero el más simplista de esa generación. En todo caso, aprendieron de todos ellos y se lanzaron a practicar un humor más ligero, en modo alguno rompedor ni renovador como lo fue el de Jardiel. Estos «hijos de los maestros del 27» son autores como Álvaro de La Iglesia (del que está previsto un capítulo en esta serie cuando se me pase la pereza que me da publicarlo: no sé por qué, siempre se me cruzan otros autores de los que me apetece más hablar), Noel Clarasó, Rafael Azcona, Juan Chorot… y Jorge Llopis.
De todos ellos, tan dispares entre sí, incluso tan opuestos en muchas cosas, Jorge Llopis es quizá el más interesante (aunque De La Iglesia fuese el más popular por razones que me da la misma pereza de antes comentar y Azcona el más respetado gracias a sus aportaciones para el cine), pero también uno de los menos conocidos, aunque alguno de sus libros haya sido reimpreso y alguna comedia representada en épocas recientes. También es quizá el que mejor representa esa literatura de humor (aplicada lo mismo al teatro que al cuento, el libro recopilatorio que la novela) de la segunda generación de humoristas (si esperan una tercera, pueden sentarse que la cosa va para largo), que se caracteriza por un tono acomodaticio, nada renovador, amable, y especialmente ingenuo (algunas expresiones de Llopis, por ejemplo, hoy tienen un sentido muy distinto en el habla popular al que el autor les daba en sus textos); nada hay en estos humoristas de la calidad literaria de sus maestros, sustituida por una profesionalidad a prueba de bomba (lo cual, bien mirado, tampoco está nada mal), y un espíritu optimista en oposición al romanticismo agrio y al absurdo como forma de arte de los maestros del 27 (Jardiel, Mihura, Tono…). En Jorge Llopis –y en otros de su generación– el humor consistía básicamente en que de cada cuatro palabras, una tenía que provocar la risa al lector, o al menos la sonrisa.
Jorge Llopis Establier (uno de los dos Llopis dedicados al humor en España, el otro fue el comediógrafo madrileño Carlos Llopis) nació en Alcoy (Alicante) en 1919 (lo mismo que Carlos Arniches, mira por dónde). Se instalaría pronto en Madrid, donde colaboró en La Codorniz. Fue actor de teatro, lo que le llevó, lógicamente, a escribir varias comedias, algunas en colaboración con Tono (lo cual significa una unión entre maestro y discípulo, algo que De La Iglesia hizo también con Mihura, aunque los motivos fueran otros en este caso): Federica de Bramante –donde ya empezó a cultivar el verso rimado que luego daría pie a muchas obras suyas, no sólo de teatro–, La última opereta, La viuda es sueño, y otras en solitario, como Enriqueta sí, Enriqueta no, Susana quiere ser decente, La tentación va de compras, Niebla en el bigote, Creo en ti pero me engañas y Los pelópidas, parodia de tragedia griega en versos ripiosos que es quizá su obra más valorada y representada aún en épocas recientes; hubo otras que no llegaron a ser impresas, así como una colaboración con Luis Escobar en el folklore musical, Los reinos. Cultivó asimismo la novela y la recopilación de textos varios (procedentes de sus trabajos para La Codorniz) a los que otorgaba cierta unidad: ¿Quiere usted ser tonta en diez días? (de cuya edición de 1957 la censura suprimió una vez impreso el libro la hoja con las páginas 9 y 10 que contenían el prólogo a la obra: quizá exista algún ejemplar íntegro), Almas fritas, El hogar, tú y tu tía, Lo malo de la guerra es que hace ¡pum!, Operación Paquita… Su más conocida aportación a la literatura de humor es el volumen Las mil peores poesías de la lengua castellana, de la que han existido diversas ediciones (la primera de las cuales también fue víctima de la censura, que no autorizó varios pasajes del libro, y cuya edición íntegra no fue posible hasta varios años después), la más reciente de las cuales ha aparecido en 2004, llevando por tanto a lectores actuales el nombre de Jorge Llopis, del cual sin duda no habrá oído hablar. Otro libro muy celebrado por el estilo del anterior fue La rebelión de las musas, donde ofrecía parodias de conocidos poemas universales. Además de su gusto por los versos paródicos (en los dos volúmenes mencionados y la tragedia paródica Los pelópidas, así como su colaboración con Tono en Genoveva de Bramante o Las florecillas del fango), cultivaría también el género de misterio tanto en novela como en teatro: Niebla en el bigote, Enriqueta sí, Enriqueta no, Operación Paquita… Digamos que sus comedias son de un humor amable, a veces con vagos riebetes jardielianos (Susana quiere ser decente) y en alguna temiblemente cercana al Paso de las comedias de humor negro (Niebla en el bigote).
En 1960 viajó a Sudamérica, donde escribió algunos guiones de televisión y actuó como actor. En España ha aparecido como secundario en algunas películas, la primera en 1943 (El escándalo) y la última en 1967 (Las cuatro bodas de Marisol),  así como en un episodio de televisión escrito por Jaime de Armiñán. Sin embargo, ninguna obra suya fue llevada al cine, ni aparece acreditado como guionista en ninguna película.

Falleció en Madrid en 1976, a los 57 años, de un paro cardiaco.

Nota: Mi agradecimiento a Juan Ballester por facilitar la imagen de Jorge Llopis.

Acerca de jcplanells3

Escritor. Barcelona, 1950. Véase en el epígrafe "bibliografía" de este blogzine la relación de mis trabajos publicados en papel: novelas, relatos y otros textos, así como en algunos sites de internet. Véase en el epígrafe "índices" del blog lo publicado en este blog, en los apartados de "artículos y ensayos" y "narrativa", desde diciembre de 2005.
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5 respuestas a AUTORES OLVIDADOS (63). JORGE LLOPIS ESTABLIER. Obras de humor

  1. koffi1948 dijo:

    «Los ladrones somos gente honrada», ¿era de alguno de los dos Llopis? No sé por qué me ha venido este título a la menta al leer Llopis. La representé en mis años mozos en un teatro parroquial. Un abrazo: Joan Josep

  2. koffi1948 dijo:

    A la menta no, a la mente, claro.

  3. Gracias por seguir publicando tu blog, Juen Carlos. Entre tanta inútil basura e inflación internetera, el simple hecho de recuperar nombres con rigor, es un ejercicio loable.
    Saludos.

  4. jcplanells3 dijo:

    «Los ladrones somos gente honrada» es de Jardiel Poncela. Saludos. Y saludos a Francisco Manuel, que hace tiempo no sabía nada de él. Sí, sigo al pie del cañón, aunque más o menos maltrecho… (la edad, ja ja.)

  5. juan ballester dijo:

    Me alegro de que mi pequeña aportación te haya resultado de utilidad para ilustrar esta magnífica entrada en tu blog.
    Felicidades.

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